Durante la década de los ochentas
el ICFES, Instituto Colombiano para el Fomento de la Educación Superior, y la
Asociación Colombiana de Universidades, ASCUN, realizaron varias versiones de
un Simposio Permanente por la Educación Superior, coordinado por Alfonso
Borrero Cabal, el más erudito colombiano en Educación. El evento tenía una
duración de dos años y reunía directivos de las universidades colombianas con
una metodología de estudio e investigación muy estricta. Fue una gran
oportunidad para pensar la Educación Superior, su historia, desarrollo y
prospectiva.
Alfonso Borrero Cabal dedicaba
gran parte del trabajo académico al estudio de la Autonomía Universitaria, que,
para él, constituía el fundamento de la Educación Superior. La metodología de
trabajo implicaba para el participante un estudio previo a la respectiva
sesión, seguido en grupos y en plenaria; era la oportunidad de intercambiar
conocimientos y experiencia de directivos de universidades públicas y privadas
de todo el país. La rigurosidad, la disciplina y el conocimiento les permitían una
formación fundamental para su trabajo.
En estos días volví a revisar el
tema con mucha curiosidad por revisar más del Simposio y me encontré con una
publicación excelente de la Universidad Javeriana la revista No 42, titulada: “Orientaciones
universitarias Homenaje a Alfonso Borrero Cabal S. J.”. En la página 79, el
capítulo se titula: “Universitología experiencia de un proceso y metodología 22
de julio 2002”, la cual invito a mis lectores a consultarla porque en realidad
es un documento de mucho valor para los educadores. Transcribo a continuación
un extracto para motivarlos a consultar el texto completo:
“Permitidme recordar los años sesenta cuando me asaltó la ingenua pregunta,
qué es la Universidad en muchos rincones del mundo-también -entre nosotros – el
estudiantado alevoso respondía: la universidad es el sistema, ¡hace al sistema
hay que eliminarla!
Ya desde entonces me apoyaban mis primeras indagaciones históricas
sobre el origen institucional de la universitas, y sus misiones y funciones
responsables. Incipiente capacidad me asistía para dialogar con la iconoclasta
actitud estudiantil. Insistí en investigar y escribir para, en lo posible,
“enseñar Universidad”.
Aquí mi texto, esta última expresión viene encerrada entre comillas. La
debo al apreciado amigo y académico Jaime Sanín Echeverry, quien con tal
epígrafe titular había señalado la urgencia de “Enseñar Universidad” (…)
Conservo en el rescoldo grato de la memoria, luminosas conversaciones
con Carlos Medellín sobre cómo “Enseñar Universidad”. Puesto yo en su lugar,
pero no en el merecido por Carlos en virtud de sus altas cualidades ciudadanas
y académicas, me fui aproximando a concebir el tejido interdisciplinario de un
Simposio Permanente sobre la Universidad. Simposio en honor de Platón para
libar en copa común, continúas reflexiones sobre el histórico y siempre actual
concepto de universidad; e interdisciplinario por la necesidad de convocar a un
fecundo dialogo, la historia de la universidad como institución; la filosofía y
la historia de la ciencia, y su acción política y cultural a lo largo de las civilizaciones.
(..).”
Han pasado varios años desde la
realización se los sucesivos Simposios Permanentes por la Universidad y en mi
criterio puede considerarse la época dorada del pensamiento académico sobre la Educación
Superior, para entonces liderada por el antiguo ICFES y ASCUN; sus
planteamientos, estudios y propuestas no han perdido mínima vigencia. Por el
contrario, merecen ser tenidos en cuenta en tiempos como los actuales en donde,
a pesar de la historia, pareciese que no se ha logrado avance significativo en
temas tan trascendentales como el
concepto de autonomía universitaria, al extremo que su uso empobrecido ha
llegado a los extremos de considerarla una discusión de orden administrativo y
policivo.
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