Desde el 24 de abril, un día
después del día del idioma para más señas, hasta el 9 de mayo, los colombianos
fuimos alertados por los medios de
comunicación radiales y escritos sobre un posible atentado a la libertad de
expresión. Y atérrense ustedes, la causa de tanta alarma fue otra vez el
fantasma del error idiomático que ronda los proyectos de ley en el Congreso de
la República. Intento describir lo sucedido:
La edición del periódico El
Tiempo del miércoles 24 de abril del presente año página 4 publicó una noticia
titulada:” Imitadores no serían censurados con nueva ley” y el subtítulo es
relevante para el tema de hoy en este blog, observen ustedes:" Autores de
iniciativa para regular parodias aseguran que confusión se presentó por un problema de redacción”. El periodista
escribió en negrillas la frase. Nos preguntamos si lo hizo para resaltar, con
ironía, que en un proyecto de ley para
modificar el derecho de autor se cometieran errores de redacción. Curiosamente
el texto del artículo no es muy afortunado en la explicación porque también
presenta errores de redacción. Por favor quienes no leyeron la noticia, léanla y, quienes la leyeron
repásenla para que me digan si tengo razón en el comentario.
En la misma línea de crítica al
problema de redacción del proyecto de ley, el periódico El Espectador en su editorial del miércoles 24 de abril,
pagina 32 titulado: “La parodia” señala
lo siguiente: “En estas cuestiones de
técnica legislativa hay que tener criterios más claros a la hora de
redactar: ¿tan corto es el concepto de parodia?” y hace una breve explicación del proyecto de ley
que cursa en el Congreso y de las alarmas
que encendieron los periodistas del programa “La Luciérnaga” emitido por
la emisora Caracol de Colombia , ante la posible censura.
Los autores del proyecto salieron en su defensa y aceptaron, según el periódico el Tiempo, que el problema era el significado que se le podía dar al término “limitación” y que nunca pretendieron censurar la parodia.
Los autores del proyecto salieron en su defensa y aceptaron, según el periódico el Tiempo, que el problema era el significado que se le podía dar al término “limitación” y que nunca pretendieron censurar la parodia.
Hasta aquí seguimos todos sin
entender que pasaba, si la inquietud se refería a “imitaciones” o
“limitaciones”, así que lo mejor fue ir a la fuente: leer el texto completo del
proyecto cuya denominación sufrió metamorfosis
a lo largo de los debates y como resultado de los foros académicos y de
aportes de personas conocedoras de los Derechos de Autor[i].
En efecto, el proyecto de ley numerado con el 001 de 2012 presentado en la Cámara de
Representantes establecía: “por medio de la cual se establecen limitaciones y
excepciones al Derecho de Autor”. En un artículo contenía el siguiente literal:
“d) La transformación de
obras artísticas o literarias divulgadas, siempre que se realice con fines de
parodia y no implique riesgo de confusión con la obra originaria, no se afecte
el derecho moral de integridad del autor, ni tampoco se cause un perjuicio
injustificado a los legítimos intereses del autor o se afecte la normal
explotación de la obra originaria.
A los fines del presente literal debe entenderse por
parodia la imitación jocosa que implica una burla o chanza.”
El texto
definitivo aprobado del proyecto de ley número 001 de 2012, fue distinto, observen ustedes: “Por medio de
la cual se adicionan unos artículos al Capítulo III de la Ley 23 de 1982 4°. Adiciónese un artículo
nuevo 44D al Capítulo III de la Ley 23 de 1982 Sobre Derechos de Autor:
Artículo 44D.
Es permitida la transformación de obras artísticas o literarias divulgadas,
siempre que se realice con fines de parodia y no implique riesgo de confusión
con la obra originaria, no se afecte el derecho moral de integridad del autor,
ni tampoco se cause un perjuicio injustificado a los legítimos intereses del
autor o se afecte la normal explotación de la obra originaria. ”
Ya no aparecían
ni el término "limitaciones”, ni la definición de parodia, pero los
periodistas no tuvieron en cuenta esas modificaciones, ni tampoco que los otros
artículos del proyecto beneficiaban a las bibliotecas y a las instituciones
educativas y, propiciaron el debate que tuvo un final: retiro del apoyo del
gobierno al proyecto. Esta es Colombia.
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