A propósito del debate
periodístico que se viene dando en Colombia, por los medios de comunicación, respecto de la propuesta de aumento de penas
y hasta de cadena perpetua para ciertos delitos, considero necesario hacer un
llamado a la reflexión sobre el delincuente. Poco se escribe desde la psicología, la sociología y la
economía, entre otras ciencias, sobre por qué
una persona comete uno o varios delitos. Esta es la razón para
invitarlos a pensar en ello y empezaré
con una anécdota que explica el título de esta entrada:
Hace algunos años cuando trabajé
como defensora pública me entregaron un caso
prácticamente terminado, que estaba en apelación de sentencia
condenatoria y era un expediente de
cientos de folios casi imposible de leer en los pocos días para sustentar el
recurso. Se trataba de un homicidio y todas las pruebas eran irrefutables. Cumplí mi tarea y
como era de esperarse, la sentencia fue condenarlo a varios años. Cuando
fui a la cárcel a informarle al detenido,
suponía encontrarme con un hombre mayor
y de características temibles, pero mi sorpresa fue indescriptible
porque apareció un muchacho bien parecido y hasta podría decir, en otras
condiciones, cordial. Me saludó muy amable y me dijo en tono de conversación
sin ninguna alteración: “Usted debe venir
a comunicarme el fallo, he tenido muchos abogados de oficio (así se
denominaban a los abogados que el juzgado nombraba para actuar gratis
cuando el procesado no tenía cómo pagar)
y ninguno pudo hacer nada por mí”.
Cuando le respondí que
efectivamente lo habían condenado a veinte años de cárcel, me miró, se sonrió y me dijo en tono
de burla, como si le estuviera dando una noticia cualquiera: “Hola mona no sea tan cruel”. No supe
cómo reaccionar ni que decirle, sólo atiné a preguntarle cuántos años tenía y
cuántas veces había estado preso, pues era efectivamente muy joven, menor de
treinta y prácticamente había vivido en reclusión, primero de menores y luego
en la prisión. Esa experiencia me dejó claro que la
familia, el medio social en que le corresponda vivir, la educación y
otros factores por investigar, determinan la conducta de una persona.
Ejercer en el campo penal es una
labor compleja que acerca al abogado a
lo más confuso de la psique y la conducta del ser humano. Hay versiones que
obviamente no pueden ser documentadas, porque los responsables no han estado
dispuestos a confesar, de casos de delincuentes que cuando salen libres reinciden porque en la
calle no tienen asegurada la comida y la dormida y prefieren que nuevamente los detengan. Otros, que aceptan culparse de delitos que no cometieron
porque les pagan o amenazan a sus familias.
Los motivos que llevan a una
persona a cometer un delito son numerosos y a veces inexplicables por la
capacidad de ser humano para tomar decisiones en su diario vivir. Los psicólogos,
los siquiatras, los neurólogos que diariamente nos sorprenden con sus
descubrimientos sobre el funcionamiento del cerebro y las influencias externas a que impulsan actuar, complican el
análisis para juzgar. En la multiplicidad de delitos pueden encontrarse razones
accidentales, emocionales, económicas
por necesidad o por ambición, los trastornos psicológicos, la
ignorancia, la insuperable coacción; por ello,
en cierta medida todos los seres humanos como parte de una sociedad
tenemos responsabilidades y antes de
pedir que aumenten prisiones, que se
establezca cadena perpetua y hasta pena de muerte, pensemos qué hacer para
prevenir el delito y cómo contribuir para que las nuevas generaciones sean más honradas, solidarias y justas; buscar que nuestros niños y jóvenes crezcan con
ideales de respeto y solidaridad, menos avaros, ambiciosos y consumistas.
Finalmente, pese a los avances en
estudios y en investigaciones, se requieren mayores esfuerzos de los abogados penalistas,
las universidades, centros de investigación, los jueces, el Ministerio de Justicia,
el Congreso, el Instituto Nacional Penitenciario, entre otros, para proponer políticas, planes y proyectos
específicos que contribuyan a una mayor prevención del delito.
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ResponderEliminarTuve la oportunidad de trabajar con internos de la carcel distrital, y puede comprender como las heridas de abandono, rechazo e injusticia que desde muy pequenos son infligidas generan tanto dolor y una coraza que nos deshumaniza. Excelente articulo!
ResponderEliminarRosario muy impactante tu comentario,en verdad hay mucho que estudiar y aprender de la vida de los internos.Gracias
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