Contaban nuestros padres que
después del 9 de abril de 1948, ante la revuelta presentada en Bogotá, se
decretó el toque de queda. En ese tiempo, las comunicaciones eran muy primarias
con pocas líneas telefónicas que lógicamente colapsaron e impidieron que muchas
familias supieran de la suerte de sus hijos y parientes. El caso particular de
nuestra abuela fue una de sus hijas que era profesora y dictaba clases a
domicilio, por ello, el día del asesinato de Jorge Eliecer Gaitán estaba
cumpliendo su labor en una casa ubicada lejos de su domicilio y no lograron
saber nada de su paradero hasta 8 días después.
El caos fue, como lo cuentan los
historiadores, de tal magnitud que muchas familias soportaron el dolor de no
saber nada de sus familiares y algunos fueron desaparecidos. Cuando se escuchaba hablar del tema y del
significado del encierro, no se alcanzaba a imaginar cómo sería estar
confinados cada familia en su casa, la mayoría sin provisiones necesarias para
su manutención. El viernes pasado reviví esas historias y pensé la diferencia
entre oírlas y experimentarlas muy parcialmente y en otra circunstancia. Hoy
tenemos medios de comunicación y toda la
interacción virtual pero la sensación de soledad y de no poder compartir con la familia, los
amigos y en general el trabajo y estudio es muy complejo.
Especial atención nos demandan
los niños y jóvenes que no entienden cómo es vivir dentro de unos metros de sus
casas y apartamentos, las madres y los padres han tenido que ingeniar toda
clase de mecanismos de distracción; la virtualidad masiva en el estudio y
trabajo es algo que apenas empezamos a experimentar y creo, que al fin
valoramos integralmente el significado de compartir con el otro, que
tenemos todos los humanos.
Estábamos muy orgullosos de
nuestro avance científico y tecnológico y me atrevo asegurar que muy pocos
pensaban en las limitaciones que se hicieron evidentes en estas semanas. Sólo
nos resta agradecer a los investigadores sus esfuerzos por lograr el éxito y
encontrar la vacuna y el remedio para la enfermedad.
Para los millones de habitantes
de este planeta esta experiencia nos hace cambiar en muchos aspectos, cada uno
podrá mirar y valorar cómo puede contribuir para evitar los males que los
sistemas políticos, las ambiciones personales, la concepción del mundo, las
injusticias sociales, entre otros múltiples factores han contribuido a esta
incertidumbre que nos toca a todos.
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